Ley Karin: claves para humanizar el entorno laboral
DANIELA SAAVEDRA Socia de Consultoría en Personas EY Chile
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DANIELA SAAVEDRA
En la cúspide de una ola de transformaciones en el ámbito laboral chileno, nos encontramos en la antesala de una revolución cultural en nuestras empresas. La implementación de la Ley N° 21.643, conocida como Ley Karin, no es solo una respuesta legislativa a la necesidad de erradicar el acoso y la violencia en el trabajo, sino que es un llamado a la acción para humanizar nuestros espacios de trabajo y desarrollo laboral.
Este cambio normativo nos obliga a mirar más allá de las políticas y procedimientos; nos exige repensar la esencia misma de nuestras organizaciones. ¿Qué significa, en realidad, poner al centro a las personas? La respuesta está en desarrollar entornos laborales más inclusivos y equitativos, que fomenten la colaboración y promuevan el respeto en entornos laborales cada día más diversos.
“Esta nueva normativa nos desafía a construir empresas libres de violencia, con una perspectiva de género integrada y comportamientos que reflejen una sociedad más justa y equitativa. Es un momento decisivo para las firmas chilenas”.
Para que este ideal se materialice, es imperativo que los líderes organizacionales asuman un compromiso genuino con la transformación. Para ello, es necesario que podamos preparar a los equipos de liderazgo, entregándoles las herramientas necesarias para prevenir y mediar en posibles conflictos, contener al equipo y mitigar los impactos de una situación que pueda ser constitutiva de acoso.
A nivel organizacional, la revisión y actualización de políticas y protocolos no puede ser un mero trámite burocrático. Debe ser un ejercicio de introspección y adaptación, donde los canales de información y denuncia sean verdaderas herramientas de protección y no simples formalidades.
Y, por último, pero no menos importante, la comunicación y difusión de estos cambios son esenciales para crear una conciencia colectiva sobre lo que significa un comportamiento respetuoso y responsable. Solo así podremos construir una cultura inclusiva que se traduzca en un cambio palpable y positivo en la dinámica laboral.
La Ley Karin nos desafía a ser mejores: a construir empresas libres de violencia, con una perspectiva de género integrada y comportamientos que reflejen una sociedad más justa y equitativa. Este es un momento decisivo para que las compañías chilenas lideren con el ejemplo y demuestren que es posible unir éxito empresarial con bienestar humano.
La tarea no es sencilla, pero es nuestra responsabilidad colectiva asegurar que la dignidad y el respeto sean los pilares de cualquier entorno laboral. El futuro del trabajo en Chile depende de nuestra capacidad para abrazar estos cambios y convertirlos en la norma, no en la excepción.